Testimonio de Fran González

Francisco González  Diz, joven de Verín que ha peregrinado como hospitalario a Lourdes, nos deja su testimonio de lo vivido estos días:

 

Otro año más hago testimonio de mis experiencias vividas. El día 24 de junio llegaba de una excursión de fin de curso de cientos de quilómetros que separan Salou de Verín, cansado y casi sin dormir bajaba del autocar y le extendía la maleta a mi madre: ¿Daranos tempo a lavar todo e preparala para mañá?…¡Claro que da tiempo!, si contamos también con nuestras supermadres que parece que para nosotros tienen poderes sobrenaturales y en menos de 24h estaba la nueva maleta con los uniformes y el uniforme que llevaría puesto durante el viaje planchados sobre la cama.

He hecho viajes con este grupo, y la verdad tengo que decir que cuando llegué a la estación y comprobé q este año seríamos muchos más…me alegré. Me alegró también que nos acompañaran gente de diferentes parroquias de nuestra diócesis, entre ellas iba mi abuela paterna también, y de alguna forma, era como llevar un trocito de Verín a Lourdes.

Mi madre ya había estado allí y muchas veces sobre todo cuando anuncié que este año iría yo, me había contado que para ella fuera algo maravilloso, que desde que bajó del autocar sintió una paz interior fuera de lo normal. Tengo que darle la razón. Uno se siente distinto, se siente con ganas de comerse el mundo, porque ves a gente que necesita de ti, por muy insignificante que fuera la ayuda, dar de beber, empujar una silla de ruedas, ayudar a ponerse una chaqueta, hablar y escuchar experiencias y cosas del día a día de esa persona a la que estás ayudando, sus preocupaciones, sus inquietudes y promesas. Sólo con hacer eso, me hizo sentir con energía de seguir ayudando, de decir aquí está mi granito de arena. Me hizo sentir en Paz, porque era como si le quitaras una carga pesada a la persona que ayudabas, y al mismo tiempo esta te la quitara a ti también.

A veces estaba cansado de madrugar, de los dos viajes largos de anteriormente, de dormir poco y no descansar casi nada…pero mereció la pena. Sólo la sonrisa, las buenas palabras y caricias de la gente a la que ayudamos y de la gente que nos enseñó como hacerlo vale más que 10 litros de Cocacola, y lo digo yo, que de eso sé mucho.

Os animo a que os unais a nosotros y confirméis con vuestros testimonios que algo grande se mueve…en nuestras manos está que esto se mueva.

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